El rico caminaba a casa, hacia su esposa moribunda, hasta que un niño limpió sus zapatos
—¿Me dejas limpiarlas?— La voz sonó como el chirrido de un violín viejo, surgiendo de la nada. Yo, encorvado no solo por el peso del abrigo, sino por el de mi propia vida, apenas me mantuve en pie. —¿Qué?— respondí con fastidio, sin mirar, como si espantara a un gorrión de las riberas del Manzanares. … Read more