Anoche ayudé a una mujer con sus bolsas pesadas y esta mañana la policía vino a por mí acusándome de ello3 min de lectura

Ayer por la tarde ayudé a una mujer a llevar unas bolsas pesadas hasta su casa, y esta mañana varios coches de policía vinieron por mí y me acusaron de aquello… 😨

Era una tarde cualquiera después de un largo día de trabajo. Volvía a casa agotado cuando, en una esquina, vi a una anciana. Estaba apoyada en una verja, respirando con dificultad, y a su lado, dos bolsas enormes de la compra. Me acerqué y le pregunté si necesitaba ayuda.

—Gracias, hijo —susurró ella—. Vengo del supermercado… no calculé bien mis fuerzas… mi casa está cerca, pero el corazón me ha dado un susto.

No pude dejarla ahí. Cogí sus bolsas y caminé a su lado, escuchando cómo le costaba respirar. Por el camino, me contó que vivía sola: su marido había fallecido hacía años, sus hijos apenas la llamaban, y con la pensión apenas llegaba a fin de mes. Su voz era dulce y serena, y sentí pena y respeto por ella.

Llegamos a su humilde casa en las afueras. Abrió la puerta, me dio las gracias y me deseó salud. Dejé las bolsas en el umbral, sonreí y me fui. Todo parecía normal. Ni siquiera recordé el número de la casa.

Pero al día siguiente, al volver del trabajo, había coches de policía frente a mi portal. Luces azules, agentes uniformados… parecía una escena de película. Uno de los oficiales se acercó y dijo mi nombre.

—Sí, soy yo —respondí, sin entender nada.

Me miró fijamente y soltó algo que me dejó helado. 😲😱 Sigue en el primer comentario 👇👇

—Está implicado en el asesinato de una mujer.

El corazón se me detuvo. No podía creerlo. ¿Qué asesinato? Intenté explicar que solo la había ayudado con las bolsas, pero los policías estaban convencidos: yo era la última persona que la había visto con vida.

Enseñaron las imágenes de una cámara cerca de su casa. Ahí aparecía yo, con sus bolsas, entrando tras ella por la puerta. Después de ese momento, ella no volvía a salir.

Me llevaron a comisaría, me interrogaban durante horas. Repetía lo mismo: que la ayudé y me fui. No me creían. Pasé la noche en una celda, sin pegar ojo, repasando cada detalle en mi cabeza.

Al día siguiente, llegaron los resultados de la investigación. Resulta que, esa misma noche, otra persona había entrado en la casa: su hijo, con quien tenía continuas peleas por una herencia.

Los vecinos oyeron una discusión, pero no le dieron importancia. Fue él quien estranguló a su madre y luego huyó, dejando pruebas que la policía encontró después.

Cuando me soltaron, el agente se disculpó. Pero dentro de mí quedó un frío y un miedo… porque, de no ser por esas cámaras y las huellas, habría sido culpable de un crimen que no cometí.

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