Él no es mi hijo”, declaró el millonario con frialdad, mientras su voz resonaba en el lujoso vestíbulo. “Empaquen sus cosas y váyanse. Los dos”. Señaló la puerta. Su esposa abrazó con fuerza al bebé, con lágrimas en los ojos. Pero si tan solo lo hubiera sabido…
La tormenta fuera de la casa era un reflejo de la que ardía en el interior. Lucía permanecía inmóvil, con los nudillos blancos por la fuerza con la que abrazaba a pequeño Mateo. Su marido, Gregorio Mendoza, magnate multimillonario y cabeza de la familia Mendoza, la miraba con una furia que nunca había visto en … Read more